Abecedarios › ListadoS

S

Sabidruría, Sachs, Savater

 

 

 

 

 

 

 

 

Sabiduría.- De la lectura de pensadoras tan lúcidas como Hannah Arendt o Cynthia Ozick deduzco que sabiduría es acumulación (de datos, de tiempo, de conocimientos, de experiencias, de historias, etc). La sabiduría puede ser ridícula si no lleva implícito un modo ético de actuar, y no un modo cualquiera, sino el máximo posible en cada modo de actuación. El sabio ha de mostrar la manera mejor de habitar en lo real. Entonces, cuando eso sucede, la sabiduría se convierte, según Montaigne, en “parte de uno mismo”.

Sacher-Masoch (Leopold von).- Es el autor de La Venus de las pieles, una inquietante novela que pasa por erótica pero que más bien es el triunfo dialéctico de la mujer en un contexto en el que ella rompe con el previsible arquetipo femenino de la época. Irónico y retorcido hasta torturar a sus personajes, símbolos de la confrontación entre el cosmopolitismo de la Europa del XIX y la rudeza provinciana de la Galitzia polaco-rusa, Sacher-Masoch hoy está más bien olvidado. Se le recuerda por el término “masoquismo”, lo que es injusto, sobre todo para sus personajes, en especial los femeninos, ya que suponían un fiel reflejo de la tímida aspiración de libertad en las mujeres del este de Europa en los tiempos de Anna Karenina.

Sachs (Nelly).- Esta luminosa escritora alemana (1891-1970) recibió el Nobel en 1966 como reconocimiento a una obra que, parafraseando uno de sus libros, es “un viaje a la región sin polvo”. Luminosa, exultante, espiritual, dura, marcada definitivamente por el Holocausto judío, Sachs creó una poesía interpelativa que se mete en los tuétanos del alma, emparentada con la de Paul Celan, su amigo y espejo, por así decir. La fuerza metafórica de cada verso de Sachs (como los de Celan) posee una resistencia mística y esencial. Leerla ahora, en tiempos otra vez de confuso populismo en Europa y en el mundo, es como dar la luz en un cuarto oscuro.

Sagarra (Josep Maria de).- El catalán Sagarra (1894-1961) escribió una novela de viveza narrativa sorprendente, Vida privada, que data de 1932 y se ambienta en la Barcelona de los años veinte. Es una novela de las mejores que se publicaron en España en aquellos años y también de las que mayor influencia dejó en los autores de postguerra, tanto en catalán como en español, sin que se le haya reconocido ese magisterio, hoy aún vigente. Aunque fue un escritor de todo tipo de libros y de obras de teatro, incluido un curioso libro de viaje a los Mares del Sur, lo mejor de su obra está en esa novela y en sus jugosas Memorias.

Sapienza (Goliarda).- Nacida en Catania en una familia socialista anarquista (1924-1996), de padre sindicalista y madre líder izquierdista (es la gran Maria Giudice), Sapienza fue actriz pirandelliana en el teatro y viscontiana en el cine, y escribió casi en secreto toda la vida. En los años 70 culminó una novela de profundos matices biográficos, donde se unen la historia, la política, las reivindicaciones eróticas y vitales en un mundo siciliano opresivo. Se trata de El arte del placer, que era la continuación de una novela anterior sobre su infancia titulada Yo, Jean Gabin. Los libros de Sapienza han crecido años después de la muerte de su autora y su estilo es, probablemente, un adelanto del de la aclamada –y con razón– Elena Ferrante.

Savater (Fernando).- Como filósofo que es –y encima proclamadamente volteriano–, sabe que, digan lo que digan, la verdad sí existe, pese a parecer que no. Y él, en su dilatada obra, la ha buscado. Y nos ha dado herramientas e ideas a los demás para buscarla también. Si algo resume a Fernando Savater es que puede decir a sus interlocutores, como buen polemista: “Miren, pónganse como se pongan y digan lo que digan, la verdad es tal”. La que sea. Y lo es. Como buen volteriano, es un subjetivista puro, en el sentido de que cree en el valor del individuo frente a la masa, y cree en la masa cuando respeta al individuo. Eso lo ha llevado a ser todo un azote contra la estupidez y los fanatismos nacionalistas que han sembrado de cadáveres nuestra historia reciente. Una de sus famosas frases al respecto es: “El nacionalismo es imbecilizador y es una inflamación de la nación igual que la apendicitis es una inflamación del apéndice”. De lo cual se colige que, en ambos casos, la solución pasa por extirparlos.

Sebald (W. G.).- Extraordinario escritor alemán (1944-2001), fallecido prematuramente en un accidente de coche. Su envolvente modo de narrar historias dentro de historias que se encadenan en otras historias, a la manera de un Diderot o un Cervantes, quedó patente en libros tan inolvidables como Los anillos de Saturno, Los emigrados o Austerlitz. Su obra es de las aportaciones literarias más profundamente novedosas y fecundas que ha dado la literatura europea en el último cuarto del siglo XX.

Secreto.- Decía Imre Kertész: “Siempre he tenido una vida secreta, y siempre ha sido la verdadera”. El poder –y el atractivo– de los secretos, por muy lamentables que sean, consiste en que son percibidos inequívocamente como verdaderos. Toda falsedad, dicha como secreto, se convierte en indudable certeza. Esto es lo que une a los escritores con los espías: inventan credibilidad.

Secta.- Camino equivocado, salvo para el sectario. Ninguna secta se considera secta. El sectarismo es una autoamputación de la capacidad crítica, y, en consecuencia, una miopía doctrinaria. En política se llama nacionalismo.

Shakespeare (William).- Hay dudas sobre su existencia. Por lo visto, se ha dado pábulo a muchos y fundados rumores de que, en realidad, fue un nombre colectivo, usado tanto por Francis Bacon, Christopher Marlowe o William Stanley, incluso por algunos más. Pero, fuese quien fuese, el tal Shakespeare dejó tras de sí una obra que solo es comparable con la Biblia. O quizá incluso mejor que la Biblia (desde luego, hay más humanidad en Shakespeare). En Shakespeare todo confluye y todo se dimana. No leerlo debería ser delito.

Sí.- Con un sí rotundo en boca de Molly Bloom afirmando la vida es como acaba el Ulises de Joyce. Ay, Molly Bloom, todo un mundo afirmativo…

Siglo(s).- Decía Malraux que el siglo XXI será religioso o no será. Malraux era muy dado a decir cosas “a lo Malraux”. Siempre hay un momento en que todo siglo parece contener una Edad Media.

Sinceridad.- Ambigua virtud, cuyas consecuencias pueden ser tan dañinas como sus motivaciones. En el campo de la  literatura, la sinceridad no existe. Es más: si una novela es sincera, miente.

Singular.- Dícese de lo que no se iguala con nada. Es el valor de los grandes libros o los mejores escritores. Y es el nexo que un libro, grande o no, establece con su lector: ambos, libro y lector, se intuyen singulares en la lectura. Eso es lo que causa Kazuo Ishiguro con sus portentosas novelas.

 

>> Publicado en El Norte de Castilla

 

 

 

© 2008 Adolfo García-Ortega  Todos los derechos reservados

S