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Elvira Lindo (II)

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Tiene la sensación de que su vida es corta, de que necesita más tiempo, más perspectiva por delante. Es de las cosas que más le pueden deprimir: no ver futuro, no ver salida, no ver proyecto al que dar cuerpo, carne.

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A pesar de ser una persona "popular" en España, todavía conserva el anonimato en muchos sitios porque entra en un mundo donde la literatura no entra. Le gusta salir de casa y dejarse llevar por aquello que vaya surgiendo. Pasea por la calle y tiene tiempo para conversar con la gente, para saludar a la gente que está en las tiendas, para conocer a otras personas. Es algo que hace mucho: recorre la ciudad sola pero acaba haciendo amistades. Es así como se convierte, en la escritura, en la voz de los otros, en la naturalista conductora de las vidas ajenas.

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Le gusta vivir entre dos ciudades: Madrid-Nueva York. Nueva York le permite experimentar la grandeza del mundo, allí no valen las relaciones de siempre, allí no se es nadie. Y se es todos a la vez. Por eso le fascina la duplicidad de fortalecer una identidad labrada a cincel (Madrid) y de la disolver esa identidad en un río de vidas a la manera de los Roth (Henry y Philip) en Nueva York.

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Cree que el ambiente cultural español es muy pequeño y está terriblemente contaminado y lleno de tráfico de influencias. No cree que nuestro oficio de escritores deba utilizarse para ostentar ningún poder, por pequeño que sea.

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Sabe que nuestro país, España, es tal vez mucho más humano que Estados Unidos, pero le gusta experimentar la diferencia de esa deshumanización aparente. Porque ha encontrado un sentido vital al paraíso de lo mejor y lo peor que es América. Se siente de lleno inmersa en la cultura literaria de la Tierra de la Gran Promesa.

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Hay gente que coloca en primer lugar, por encima de otras cosas, la posición social que da la escritura, y la consecuente relevancia pública. En su caso no es así. Todo lo contrario, extremadamente lo contrario. E. L. es normal, muy normal (colectivamente normal, y por ello socialmente asumida como símbolo de un Yo compartido). Pero en España se paga muy alto el precio de la notoriedad, mediante el chantaje terrorista de la envidia.

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Para ella el amor (las relaciones sentimentales en general) y el sexo han sido y son los deseos más importantes en su vida. Son las cosas que le han hecho perder la cabeza, para bien y para mal, para sacar lo mejor o lo peor de sí misma.

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Cuando le preguntan cómo se ha sentido con su cuerpo a lo largo de su vida, suele decir que tendría que haber sido más comprensiva con él, haber “amado” más su cuerpo, porque en realidad ha tenido y tiene suerte con los hombres, ha tenido una vida amorosa rica, procelosa, que le ha hecho disfrutar mucho, y sufrir mucho también (pero ahí está la riqueza con la que luego, en profundidad, puede hablar del cuerpo y del amor en su literatura, en su escritura en general). Prefiere la vida con emociones, no le gustan las vidas planas.

CONTEXTOS: Matrimonio con 21. Hijo a los 23. Divorcio a los 25. Luego, con los años, otro matrimonio. Domicilios diversos.


 

© 2008 Adolfo García-Ortega  Todos los derechos reservados