Mural El Quijote y las historias múltiples

El Quijote y las historias múltiples


Conferencia dictada en el marco del Festival Cervantino de
Guanajuato, México, el 15 de octubre de 2016

 

Empecemos hablando de pluralidad, de complejidad y de libertad.
Si, después de leer las dos partes del Quijote, yo tuviera que elegir una palabra que resumiera las muchas sensaciones, emociones, admiraciones y diversiones que su lectura me ha causado, la palabra que elegiría sería “libertad”.

Libertad como lector, porque en sus páginas hay un desarrollo plural de muchas historias y muchos relatos, vericuetos y personajes que, reales o inauditos, causan la risa o el asombro que su autor buscaba.

Libertad como ser humano, porque en el Quijote se habla del individuo, de la realidad, de la fantasía en constante interacción con la sociedad, los poderes y la moralidad.

Y libertad como escritor (¡y aquí me froto las manos de regocijo!), porque el Quijote es un sinfín de recursos, de técnicas y de escritura, amén de personajes y situaciones, que responden única y exclusivamente a la voluntad de su autor, Cervantes, quien a su vez delega su tarea narrativa en otro u otros autores: unos tales Cide Hamete Benengeli y su innominado traductor.

Dice Milan Kundera en su libro El arte de la novela: “El novelista no tiene que rendirle cuentas a nadie, salvo a Cervantes”. ¡Gran verdad, gran garantía para todos los escritores de todo tiempo y lugar! El Quijote es la manifestación expresa de la absoluta libertad del novelista. No hay más que hablar. Libertad de elección, la mayor de las libertades. Ya dice don Quijote: “La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos”.

Y eso que la España cervantina es la de los siglos XVI y XVII, una época represiva en la que una oscura monarquía y una siniestra Inquisición enarbolan las banderas de la Contrarreforma. Pero también —justo es decirlo— estamos en la época del esplendor barroco, en todas las artes. Y el Barroco es la pluralidad y la complejidad por excelencia; la proliferación y el espejismo.  Épocas, artes y figuras, por tanto, complejas y plurales.  Múltiples, en suma.

El Quijote es un viaje en dos libros. No hay que olvidar en ningún momento que solo puede entenderse la grandeza de esta singular obra literaria si se leen los dos libros, el de 1605 y su continuación en el de 1615, como dos partes que se completan y se explican. (Aunque es cierto que pueden muy bien leerse por separado y en sí mismas serían dos novelas geniales, distintas y cerradas, pues en ambas, de una manera u otra, se sabe de la muerte de su protagonista).

Decía antes que el Quijote es un viaje y DE LOS VIAJES SALEN LAS HISTORIAS, y, a su vez, estas se inventan para deleitar los viajes.
¡Un bucle perfecto!

 

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