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Z

Guerra Mundial Z, Zalacaín, Zola

 

 

 

 

 

 

 

 

Z.- Última letra, símbolo de culminación de un trayecto: llegar a ella es haber cumplido la totalidad de un recorrido. // Prolongada (zzzz), la Z simboliza el sueño en el lenguaje de los comics. // Hay tres libros muy distintos así titulados: 1) Z, la novela del escritor griego Vasilis Vasilicós, gran sátira política publicada en 1967 sobre el asesinato del político demócrata griego Grigoris Lambrakis en 1963 y convertida en película memorable por Costa-Gavras, con guion de Semprún y música de Theodorakis. 2) Guerra mundial Z, de Max Brooks, espléndida novela, no exenta de sentido del humor, sobre un virus que convierte a la humanidad en zombis (también llevada al cine comercial con merecido éxito). 3) Z, la ciudad perdida, libro de David Grann que narra la peripecia real del viajero Percy Fawcett a principios del siglo XX en busca de la mítica ciudad de El Dorado (asimismo hay versión cinematográfica).

Zalacaín.- ¡Qué buenos libros de acción escribió Pío Baroja! Recuerdo su lectura de joven como un festín de la narración, de la aventura pródiga. Casi todas sus novelas son extraordinarias, pero mis preferidas son las que tienen a Silvestre Paradox, a Shanti Andía y, sobre todo, a Martín Zalacaín como protagonistas. Tengo debilidad por Zalacaín, quien hace tal cúmulo de aventuras y batallas, y ha de enfrentarse a tantos peligros y azares, que en sus cortos capítulos suceden episodios sin cuento. Releer a Baroja es un placer y puro entretenimiento, empezando por este Zalacaín, todo él de una pieza.

Zama.- Antonio di Benedetto falleció en 1986 y fue un escritor excepcional que sufrió el secuestro en 1976 durante la Dictadura argentina. Magnífica es su Trilogía de la espera, formada por Los suicidas, El silenciero y la que es su novela mayor, Zama, la historia de Diego de Zama, un funcionario de la Corona española que espera un destino y una mejora en el virreinato de lo que hoy es Argentina. J. M. Coetzee ha reconocido en esta novela, además de su grandeza, una mezcla de Borges y de Camus, pero quizá Di Benedetto esté más en la estela de Kafka. Poco a poco, Zama va ocupando el espacio que le corresponde en la narrativa universal.

Zeitoun.- Dave Eggers, uno de los escritores norteamericanos actuales más atípicos, escribió este extraño relato-reportaje-testimonio sobre Abdulrahman Zeitoun, un hombre  de origen sirio que ayudó a salvar vidas en Nueva Orleans durante el huracán Katrina y luego, de manera injusta, fue arrestado y acusado de ser un terrorista islámico. Eggers, como en otros libros suyos, lleva a cabo una investigación apasionante y modélica para reconstruir unos hechos que terminan convertidos en un absorbente híbrido de novela y ensayo.

Zen.- Forma del budismo desarrollada en Japón caracterizada por el vacío y la nada. Barthes dice en El imperio de los signos (1970) que el Zen es la obstrucción del sentido, el vacío en sí y total. “El Zen sostiene una guerra contra la prevaricación del sentido”, escribe. Y añade que la muestra perfecta de ello son los haikus de los poetas japoneses del XVII (Bashō, Sōha, Kyorai, Otokuni o Jōsō). Son poemas que no describen sentimientos, sino que cuentan momentos “insostenibles” que no remiten a nada ni inciden en nada. No explican, no muestran, únicamente dicen. Y lo que dicen es el vacío, hablan el Zen.

Zhivago (Yuri).- Personaje hermoso, complejo, subyugante, cargado de una emoción sin límites, este Yuri Zhivago creado por Borís Pasternak siempre será inolvidable, al igual que su novela homónima, hoy ya una cumbre de la literatura universal. La historia y amores de Yuri y Lara en el contexto del golpe de estado en la Rusia de 1917 reflejan la esencia del siglo XX: la pequeñez del ser humano frente a los mecanismos de la represión totalitaria. Los hermosos poemas místicos del doctor Zhivago que hay al final de la novela recogen el espíritu del propio Pasternak. Estuvo prohibida en la URSS desde su publicación en Italia en 1957 hasta 1989. Pasternak fue obligado a renunciar al Nobel. Sin embargo, ha desaparecido la URSS, se ha desenmascarado el comunismo y Zhivago está más vivo que todos los nombres de su tiempo.

Zola (Émile).- Zola es más famoso por su actitud combativa, social y políticamente, que por su novelística, pero abrió una puerta al verismo extremo, a veces tremendista, una opción literaria que vuelve a tener adeptos en todo el mundo de modo masivo. Escribió novelas sobre los obreros, los bajos fondos, el universo de injusticias laborales y la dura vida del lumpen. Expandió morbo sin medida. Hoy es recordado por su panfleto Yo acuso, sobre el asunto Dreyfus. Publicó también una curiosa trilogía de ciudades que son, en realidad, novelas ampulosas: Roma, París, y, sorprendentemente, ¡Lourdes!, donde sitúa en el lugar de los milagros sanadores el engaño religioso y las supercherías de la fe debatiendo con la razón. La gracia de estas novelas de Zola estriba en que todas son novelas “de tesis”, es decir, en todas se ilustra una idea en conflicto que gira en torno a una determinada y minuciosa exposición de la realidad. Zola, en cierto modo, es un periodista sin escrúpulos.

Zorro.- La joven escritora Elisa Levi cuenta que vio en 2016 un zorro en Berlín paseando por una céntrica calle, ante la vista de todos, sin asustarse demasiado. Lo sorprendente para ella no fue solo el hecho en sí, sino que poco antes había pensado en Pinocho. En esa tremenda parábola de un niño de madera escrita por Carlo Collodi en 1882, el zorro es, junto con el gato, uno de los personajes principales, el malévolo embaucador de niños que los lleva al terrible lugar donde se transforman en borricos. Los zorros, tan bellos como son y con tan mala fama en la literatura, siempre aparecen cuando menos se los espera.

 

>> Publicado en El Norte de Castilla

 

 

 

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