Aub, Larrea, Bergamín (y III)
Las vidas de estos tres escritores tienen su lazo
común en la Guerra Civil, concretamente en su servicio a la República
Española con destino en su embajada en Francia para desplegar una labor
propagandística y recaudar fondos para la causa de la libertad. Larrea,
que en 1936 seguía en París, coincidirá allí con Bergamín y Aub, quien
se encargará de preparar la Exposición de 1937 para la que Picasso pintó
el 'Guernica'. Partidarios sin ambages del antifascismo, los tres llegan
por caminos distintos al frente republicano. Aub, con su talante colectivista,
se alió al Frente Popular que ganó las elecciones del 36. Bergamín tuvo
también desde muy pronto una actividad importante en los Congresos de
Escritores Antifascistas (1935 y 1937). Fundó la revista Cruz y Raya,
que intentó dar conciencia cultural y política, y se convirtió en la
revista española más sintomática del pulso histórico.
Bergamín y Larrea habían nacido el mismo año, 1895, en Madrid uno y
en Bilbao otro. Aub nació en París en 1903. Los tres pertenecían a familias
acomodadas. Los padres de Aub, comerciante próspero él y de la alta burguesía
ella, eran alemán y francesa, respectivamente. Su infancia transcurre
en un ambiente culto y candoroso. La Gran Guerra les cogió de viaje por
España, y al no poder regresar a Francia, hubieron de reiniciar su vida
en Valencia. De ahí que siempre Aub se sintiera español, diciendo aquello
de que “uno es de donde hace el Bachillerato”. Unas representaciones de
bisutería mantuvieron a la familia sin excesiva estrechez. Max Aub dejaría
los estudios para continuar el trabajo de su padre y, ocultamente, poder
satisfacer su voluntad de escritor con cierta independencia económica.
Bergamín, hijo de un político importante en la Dictadura de Primo de Rivera,
se hizo abogado y en el bufete paterno ejercerá las mismas lides con Altolaguirre
y –crueles paradojas del destino– un amigo de la familia llamado José
Antonio Primo de Rivera. Larrea era también hijo de una familia de comerciantes
desahogados. En él influyó la agobiante religiosidad materna, razón que
le haría desear abandonar pronto la casa de su infancia. Aub murió en
México en 1972. Bergamín lo haría en San Sebastián en 1984. Larrea le
precedió en Argentina cuatro años antes.