¿Y de qué se nutre este extraño ser
que alquila a jornal, por un mínimo arriendo,
una mísera garita como ésta sobre el abismo
del poniente hacia el que corre desde Postdam?
Pasea sus rosas y sus resedas
en un canasto kilométrico y ondulante
donde rivalizan en hermosura los semáforos
y el horizonte nevoso con olor a petróleo.
Lo que chimeneas, tejados y soñadores lucen
no es crepúsculo sino carmín de labios.
Y hacia allí el metro, surgiendo de las tinieblas,
vuela, cometa de máscaras, con sus alas de bruma.
Berlín, 30,1,23
© 2008 Adolfo García-Ortega Todos los derechos reservados